Andaluces de la A la Z (IGNACIO CAMACHO) Malagueño, cosecha del· 56, '. Antonio Soler pertenece a ese privilegiado grupo de escritores que puede vivir de la escritura en un país,un poco aficionado a leer. Seco,escueto, fibroso, poco dado al adorno gratuito y a la pose publicitaria. Escribe en los periódicos y hace guiones para documentales de televisión; su última novela tiene el premio Herralde y el de la Crítica. El maneja su creciente prestigio sin ruido, con discreción y finura. Pregunta . -- ¿El único compromiso del escritor es con la escritura? . Respuesta.- . El primero y fundamental, sí.'El escritor tiene ante todo un compromiso estético. Si se lleva a las últimas consecuencias, se deriva un compromiso ético. Lo que pasa es que hay escritores que tienen un compromiso superficial con su propia obra, y si tienen un compromiso endeble consigo mismos, difícilmente pueden tener un compromiso externo, civil. Ahora bien, el compromiso actual, .en un entorno democrático, requiere una participación menos directa, menos activista. P.- Quizá eso esté provocando una excesiva integración del intelectual en el paisaje político. ¿No falta rebeldía? R.- Yo echo en falta ambición,'incluso respecto a la propia obra. Ambición de comunicar, no de éxito. Ambición de dar un mensaje nuevo, revelador y rebelador, con uve y con be; y una cierta rebeldía frente al mundo. Yo no entiendo la literatura si no es un intento de aportar algo, de. reinterpretar el mundo y, por tanto, de subvertirlo. P.- ¿El pensamiento débil trae literatura débil? R.- Trae conformismo, indolencia, escritura débil, claro. P.- Yo echo en falta un debate intelectual con libros, con propuestas, que no transcurra en tertulias televisivas y revistas del corazón. R.- Es que no hay una tradición cultural. En la dictadura se hizo imposible el debate intelectual, y aún no hemos sido capaces de recuperarlo. Tampoco hay un respaldo social, un respeto a la figura del escritor. Aquí se respeta al escritor en la medida que sale en la televisión, se confunde al intelectual con el locutor. P.- ¿La televisión trivializa al escritor o el escritor se trivializa a sí mismo en la televisión, porque le es rentable? R.- Hay una frivolización evidente, en ambos sentidos. Pero yo no me rasgo las vestiduras, porque esto es una carrera de fondo, y a la larga, el escritor realmente popular no es el que goza de más eco en un momento dado. A saber quién era el que vendía más libros cuando Flaubert escribía... Yo creo que a la televisión no hay que darle la espalda, porque tiene posibilidades enormes. Hay que meterse dentro, pero con rigor, para tratar de elevarle el tono. P.- Cuando un libro dura tres meses en el escaparate ... R.- Tres meses es mucho. Normalmente dura menos. P.- ¿y no le parece que ese vértigo no conduce a ningún sitio? R.- Es el afán de la novedad por encima de todo. Eso me parece negativo, porque si estás a lo último, a leer todo lo que sale, supone una renuncia a las fuentes. Nadie puede leer todo lo último y a la vez leer a Dostoievsky o a Faulkner. Hay que tener mucho juicio crítico, pero los medios producen un vértigo acumulativo. Y de ahí que fuercen a los escritores a la boutade continua ... P.-Hasta salir desnuda en una revista, por ejemplo. R.- Sí, lo que ha hecho Lucía Etxebarría, aunque creo que ahora está en pleito porque no autorizó la imagen. Yo creo que eso le perjudica, porque su propia literatura y su propia personalidad tienen más recámara. Pero. es que te lo piden, hay editores que te sugieren un disparate o una rareza para promocionar tu obra. P.- ¿Usted no lee a sus contemporáneos, como Max Estrella? R.- Sí, claro que los leo. No a todos, por supuesto; a unos porque no me da tiempo, y a otros porque no me interesan en absoluto. Pero los hay que me interesan mucho. ¿Ejemplos? Justo Navarro, Rafael Chirbes ... P.- ¿Y cuál es su base estructural, su fondo clásico? R.- Dostoievsky, Onetti, Faulkner, Kenzaburo Oé, Bohumil Hrabal... P.- Usted será faulkneriano desde antes del centenario. R.- Hombre, yo creo que se nota en mi obra, el intento de establecer un territorio más allá de la realidad, una conexión entre los distintos personajes. Lo que. más me interesa de él es la capacidad de levantar un mundo propio, mítico. P.- Se lo decía. porque los clásicos se han vuelto unos señores que se reinterpretan a la luz de una efemérides. R.- Hay un empacho. Yo estoy procurando no leer nada del 98, y mira que es difícil. Y con Lorca acabaremos exhaustos. Creo que tampoco lo leeré este año. P.- A mí me da la impresión de que en España hay escritores que lo son porque salen en la tele y los periódicos disfrazados como tales. R.-Eso está ocurriendo. Escritores sin obra. Parece,además, que los escritores débiles son amenos,aportan desenfado y todo eso, y los escritores fuertes son unos pesados que no se pueden leer, un tostón, con pésimo carácter... Este cliché está triunfando, pero para mí hay escritores fuertes extremadamente amenos de leer, que aportan, mucho sin quedarse en la superficie. P.- ¿Usted cómo lleva, la presión del mercado? . R.- Yo me desafío a mí mismo para llegar a más gente sin hacer concesiones, sin, abaratar tu literatura. Si el público te acepta, el editor te respeta más, y ganas libertad. Hay que establecer puentes con el público, pero sin dejar de respetarte a ti mismo. P.-¿Cuánto ha vendido de Las bailarinas muertas? R.- Unos quince mil. Eso permite que la editorial esté contenta con uno. P.- Volvamos a la literatura española contemporánea. ¿Cuál es su conclusión? R.- Creo que hay un momento especialmente bueno,con cierta, precariedad, pero el público va aceptando finalmente la novela española. Y en cuanto a calidad, es irregular y heterogénea, pero bastante aceptable. El panorama es confuso por la inmediatez y la velocidad. Hay demasiado tumulto, mucha amalgama. P.- Hábleme de nombres: Muñoz Molina, Marías ... R.- Muñoz Molina es un escritor extraordinariamente sólido, que ha escrito una novela magnífica, El jinete polaco, y que difícilmente escribirá una mala novela por su propia forma de expresión. A Marías lo tengo en cuarentena, no lo he leído a fondo. No tengo muy clara mi opinión. P.- ¿Y cómo se puede ser escritor en una comunidad en que no se edita casi nada? R.- Sí, falta un tejido editorial. Yo escribo aquí, pero mi base está fuera: mi agente, en Madrid y mi editorial, en Barcelona. Eres como un emigrante, pero sin maleta de cartón. Y luego está el fax, el correo electrónico... yo he tenido la tentación de irme a Barcelona, pero al final he renovado por Málaga una temporada más. P.- ¿La tasa de analfabetismo andaluz le parece razonable? R.- A mí nunca me parece razonable ninguna tasa de analfabetismo. Pero además hay un analfabetismo funcional, y el índice de lectura es muy bajo. Creo que falta un entramado que impulse toda nuestra potencialidad cultural y nuestra riqueza. P.- ¿Usted cree en Andalucía? R- Soy andaluz, y me interesa en cuanto comunidad abierta, culturalmente rica y sin un nacionalismo férreo, pero yo me siento fundamentalmente mediterráneo, y así lo veo cuando estoy en Barcelona, en Murcia o en Nápoles. P.- ¿Le interesa la política? R.- Me interesa porque penetra en todos los ámbitos de la vida, y me interesan las relaciones de poder, como fenómeno de ambiciones. P.- ¿Y le satisface el marco actual de esas relaciones? R.- Hay un empobrecimiento. Uno mira los periódicos y no ve más que acusaciones mutuas, piedras arrojadas de unos contra otros, y todo eso me parece ciertamente miope. |